Se trata de un edificio que reúne cualidades y soluciones opuestas para dos generaciones muy distintas: los niños y las personas mayores. El proyecto se sitúa en una pequeña península mirando al mar y rodeada de vegetación. El programa debe dar cabida a 200 niños y contar con biblioteca, gimnasio, comedor, vestuarios, zona de exposiciones y unas 25 aulas. Por su parte el centro de mayores debía tener salas de estancia, biblioteca, hemeroteca, cafetería y un pequeño programa asistencial con consulta médica.

Se trata de un edificio único que resuelve los dos programas cuya forma obedece a un camino preexistente que pretende unir la ciudad con el mar. En el interior el programa se organiza a lo largo de un corredor dinámico en el que se dan actividades como reunión, exposiciones y juegos, por lo que el corredor se quiebra para dar lugar a ensanchamientos que apoyen estos diferentes usos.